Las entidades financieras españolas afrontan 2019 ante un entorno convulso motivado por las últimas sentencias del Tribunal Supremo, la nueva Ley impulsada por el Gobierno sobre el impuesto de las hipotecas, nuevos aires de recesión económica y, sobre todo, la denominada revolución digital que trae consigo profundos cambios en el modelo de negocio de la Banca.
Ante esta situación, el sector se enfrenta a diferentes desafíos entre los que destaca la rentabilidad, un problema que llevan arrastrando durante años y que se resolvería si los tipos subiesen como está sucediendo en USA, si bien no va a ocurrir en Europa hasta quizás finales de 2019 y, aún así, las subidas de tipos serán escasas. A ello se suma que, a corto y medio plazo, la cotización de los bancos seguirá sufriendo y sólo empezará a despuntar la de alguno de ellos cuando se vea que su modelo de negocio empieza a funcionar.
En este sentido, se dibujarán tres modelos de negocio: el primero, Banco Plataforma de Servicios y Productos por donde avanza CaixaBank; segundo, Banco Tecnológico como, por ejemplo, hacia donde se dirige el BBVA; y tercero, Banco Especialista como es el de la Banca Privada. “Actualmente, estamos viendo como la Banca está evolucionando, pero lo va a hacer de forma asimétrica con sus correspondientes efectos en su cotización bursátil”, indica José Luis Cortina, Presidente de NEOVANTAS.
Por otro lado, la Banca tiene un problema de reputación, agravada por las últimas sentencias relacionadas con las cláusulas suelo o la nueva Ley sobre Actos Jurídicos Documentados de las hipotecas. La regulación está trabajando en dicho frente y además los bancos son cada vez más sensibles al riesgo reputacional, donde las redes sociales han contribuido mucho en esta sensibilización. En este aspecto, la actividad comercial de los bancos será cada vez más cuidadosa a este respecto y está trabajando para mejorar la experiencia del cliente en todos los contactos que tiene con la entidad por cualquier canal, cuidándose con especial atención más y más los aspectos reputacionales que pudieran potencialmente levantarse.
Para José Luis Cortina, “la inversión acometida en transformación digital aún no se ha rentabilizado a nivel global. Además, hay mucho camino por recorrer, empezando por una primera pregunta de orden superior, ¿qué se persigue con esta transformación y en qué se traduce de forma práctica y tangible? Todos dicen que están haciéndola, pero pienso que son pocos los que realmente tienen ideas claras. En función de la aspiración y objetivos que se marquen con la transformación digital, ésta se podrá asumir por cualquier entidad o será un pozo sin fondo que llevará a la ruina y a desaparecer a la entidad”.
En conclusión, aunque los grandes bancos españoles están consolidando resultados positivos durante el presente ejercicio, para mantenerlos e incrementarlos deben estar muy atentos a los cambios tan rápidos que se están produciendo, a la nueva competencia que quiere hacerse un hueco en el sector y, ante todo, a un nuevo cliente, cada vez más informado que requiere productos más sencillos, accesibles y personalizados.