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La necesidad de ahorro para el futuro por parte de los ciudadanos ha ganado protagonismo en los últimos meses. En una encuesta reciente sobre el ahorro en España, más de un 96% de los españoles reconocen la necesidad de ahorrar y un 80% se muestran preocupados por la capacidad del gobierno para pagar sus pensiones públicas cuando se retiren. Sin embargo, esto contrasta con la baja tasa de ahorro en España, fue de un 8,2% en 2016 (Inverco, 2016).

La Unión Europea, el Banco Mundial, la OCDE, entre otras entidades de referencia, recomiendan una revisión profunda del sistema de pensiones. Sin embargo, dado que no está claro cuándo se producirá esta revisión, es importante que los individuos sean conscientes de la necesidad de ahorro para complementar la pensión pública cuando se jubilen.

Juan de Rus, director de la consultora NEOVANTAS, indica: “el conocimiento del comportamiento humano y de cómo se toman las decisiones nos puede ayudar a entender los factores clave para incrementar el ahorro. La economía conductual, un campo muy en boga por el reciente premio nobel de economía al profesor de la universidad de Chicago Richard Thaler, nos ayuda a influir en estas decisiones de ahorro. Este campo integra las áreas de economía y psicología y analiza cómo la toma de decisiones no siempre es racional y depende en gran medida del contexto en el que se plantean”.

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En este ámbito, en un experimento realizado para el departamento de “Behavioural Science” de la London School of Economics por parte de Juan de Rus,  preguntaba a 200 personas sobre su intención de ahorro para su jubilación. Previamente, los individuos se dividían aleatoriamente en dos grupos: al primer grupo se les mostraban las ventajas de ahorrar para el futuro y además se les facilitaba una calculadora de ahorro; al segundo grupo, solo se les mostraban las ventajas de ahorrar para el futuro, pero no se les facilitaba la calculadora.

Los individuos del grupo al que se les facilitaba la calculadora manifestaban una intención de ahorrar un 25% superior al de aquellos individuos a los que solo se les mostraban las ventajas de ahorrar para el futuro. El efecto de la calculadora era incluso más alto en los individuos más impulsivos, que manifestaban una intención de ahorro un 45% mayor que los individuos con el mismo nivel de impulsividad que no habían usado la calculadora. La impulsividad se midió en esta prueba con una reconocida escala de 30 preguntas (Barrat, Patton & Stanford, 1975).

Los resultados de este experimento están en línea con investigaciones previas en otros países en las que se sensibilizaba a los individuos sobre la importancia del ahorro para su futuro mediante diferentes intervenciones que, en todos los casos, incrementaban la intención de ahorro por parte de estos. Algunos ejemplos interesantes son el uso de software que permite a los individuos ver una simulación de su apariencia física en el momento de su jubilación, la utilización de un cuestionario sobre aspectos relacionados con la jubilación previo a la presentación de los productos de ahorro, el aportar datos sobre el número de personas que ya están ahorrando en tu entorno más cercano o el asignar de manera automática una parte de las subidas salariales a un plan de ahorro.

Por tanto, teniendo en cuenta que para incrementar el ahorro privado de los individuos es fundamental una sensibilización de éstos sobre la importancia del ahorro y dotarles de herramientas que les permitan cuantificar esta necesidad, los organismos públicos y privados deberían fomentar mecanismos que estimulen la sensibilización hacia el ahorro de futuro, al mismo tiempo que mostrar las herramientas como las calculadoras que están a disposición de los ciudadanos, pero que raramente las utilizan, en muchos casos, por su excesiva complejidad y que sería preciso simplificar.

El director de NEOVANTAS concluye, “en base a todo lo anterior, y dado que muchas de nuestras decisiones están influidas por el contexto en el que se plantean, podemos apuntar que el uso de metodologías de analytics que permitan entender el perfil de los individuos y su grado de impulsividad, unido a la utilización de técnicas de economía conductual que permitan optimizar el diseño y uso de estas calculadoras de ahorro, ayudarán de forma real a impulsar la actuación de los individuos en aspectos tan relevantes como el ahorro futuro”.