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El sector bancario en España está llevando a cabo desde el año 2008 una reestructuración que ha reducido, a fecha de hoy, un 40% el número de oficinas y en un 30% el de empleados de las entidades financieras. Asimismo, esta reestructuración ha acortado el número de bancos y cajas desde los 61 que había en 2008, hasta los 12 que existen en la actualidad.

Según un reciente informe de Goldman Sachs se prevé un sector financiero español reducido a la mitad, pasando de 12 a, quizás, cinco o seis entidades en tan solo 3 años, y se apunta que los principales protagonistas de estas fusiones y adquisiciones podrían ser Bankinter, Unicaja y Liberbank. Así, Bankinter ya he empezado el movimiento con el anuncio en estos días de la adquisición de EVO al fondo de inversión americano Apollo.

Ante este escenario, ¿cuáles son los principales catalizadores que impulsan esta concentración bancaria? Tres serían los elementos que están animando a la disminución del número de entidades financieras.

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Se está traduciendo en una digitalización acelerada de muchas de las actividades de las entidades financieras con el fin de reducir costes, pero con la consiguiente transformación de los clientes que dejan de acudir a la sucursal. Este nuevo cliente, mucho más digital, no ha parado de crecer en todas las entidades, llegándose a triplicar desde 2006. Así, según Eurostat a día de hoy el 46% de los clientes utiliza la banca online con asiduidad, pudiéndose hablar de un cliente más maduro y que ha superado los miedos y reticencias iniciales a esta forma de gestionar sus necesidades financieras. Este punto ha facilitado el crecimiento rápido de nuevos participantes tales como Revolut, N26, Bnext o 2Getherglobal en Europa, además de la entrada de los grandes grupos tecnológicos como Amazon, Facebook, Apple y Google, incrementándose de forma exponencial la competencia en algunas de las parcelas del negocio financiero, tales como el acceso a la financiación.

[/qode_accordion_tab][qode_accordion_tab title=»Los Requisitos Regulatorios» title_tag=»h5″]

Desde la crisis global de 2008 los requisitos regulatorios para las entidades financieras han ido aumentando. Así, se han reforzado los estándares de solvencia y la introducción de requerimientos de liquidez bajo la denominación de Basilea III. La primera fase de reformas, diseñada entre 2010 y 2011 y que entrará en vigor a finales del año que viene, se centra en mejorar la cantidad y calidad del capital bancario, lo que supondrá distintos niveles de exigencia para los bancos según sus situaciones particulares.

[/qode_accordion_tab][qode_accordion_tab title=»Rentabilidad Positiva y Atractiva» title_tag=»h5″]

La imperiosa necesidad de alcanzar una rentabilidad positiva y atractiva que en los últimos diez años ha estado sistemáticamente amenazada por unos tipos de interés muy bajos, incluso negativos. Esto ha llevado a las racionalizaciones arriba apuntadas para reducir costes y, desde hace menos tiempo, a la búsqueda de fórmulas que generen ingresos tanto vía productos y servicios que incorporen comisiones, como a fórmulas para los distintos canales, incluso la oficina, que empaticen más con el cliente y ofrezcan un mayor valor añadido por el que la entidad pueda ampliar su abanico de fuentes de ingresos.

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Estos tres catalizadores abogan a la búsqueda sistemática y rápida de economías de escala por parte de los bancos, pero sin perder de vista el mantenimiento y captación de clientes satisfechos que estarán dispuestos a pagar en la medida que obtengan un valor añadido tangible por su vinculación con la entidad. Esto dispara la siguiente pregunta, ¿qué bancos estarán mejor preparados para liderar un próximo proceso de concentración en el sector tanto a nivel nacional como, eventualmente, transfronterizo? La respuesta no es fácil, pero ésta se derivará en parte de la capacidad para extraer sinergias de costes e ingresos importantes y con celeridad de la eventual adquisición.

En este sentido, dos elementos diferenciarán a las entidades entre proactivas y pasivas de cara al proceso de adquisiciones y fusiones que se avecina en el sector financiero. Uno, el nivel de preparación de la entidad para extraer valor de manera rápida y sistemática de la información disponible, particularmente la desestructurada (ej.: grabaciones, emails), y tras ello para diseminar esa inteligencia de forma acertada y rápida por la organización. Dos, el saber movilizar a la organización, entusiasmándola y dirigiéndola hacia los objetivos que en cada momento se vayan señalando a cada área y donde será clave la utilización sistemática de técnicas del comportamiento. La mayor o menor disponibilidad de estos dos elementos identificará a las entidades mejor preparadas para mover ficha en este juego de tronos que es hoy el sector financiero.